La culpa en el proceso de duelo

La culpa en el proceso de duelo

 

 

 

Considero que el sentimiento de culpa en el duelo, tras la muerte de un ser querido, es una emoción habitual en la experiencia del doliente. Pero… ¿Qué es la culpa?  Es la sensación de haber fallado por acción u omisión al ser querido, es decir, de haberle causado daño o bien haberle dado alguna muestra de desamor.

La culpa puede ser real o irreal, fantaseada o exagerada, estará en consonancia con los valores de quien la percibe. Durante esta etapa, el doliente necesita que le facilitemos hablar de su culpa, por lo que es importante que se imagine como le habría gustado compensar al fallecido, por lo que es necesario del acompañamiento tanatológico, para poder elaborar una decisión de reparación.

 

Sin embargo, las falsas creencias en el duelo; en ocasiones se llega a presentar la culpa que aparece en el duelo, se sustenta de ideas irracionales, pero muy extendidas; como, por poner un ejemplo: “A ella no le gustaría que sufrieras”, “No dejas descansar al fallecido”. Esta clase de afirmaciones favorecen al doliente a que se sienta culpable por no superar rápido su dolor, ya sea por llorar o por sentirse triste.

 

Durante el acompañamiento del proceso de duelo, es frecuente observar la sensación de la culpa, a medida que se va desarrollando el proceso de aceptación y asimilación de la pérdida, es decir, se va desvaneciendo la sensación de culpa o los autorreproches que el doliente se hace por disfrutar, o por volver a hacer las cosas que en el algún momento se habían dejado de lado tras el fallecimiento del ser querido, por lo que va incluido el sentimiento por seguir viviendo. Esto llega a ocurrir cuando se va asimilando la aceptación de la realidad de la muerte.

En cuanto a la culpa de los cuidadores, se da en ocasiones que el doliente ha sido el cuidador principal de la persona fallecida, su duda es “si pudo haber hecho más”, esto le ocasiona abrumarse los primeros momentos del duelo, hasta que puede ver el proceso con más distancia, observando la coherencia de todo lo ocurrido, y así ir disipando la culpa.

 

A manera de conclusión, la culpa contiene el deseo de compensar al ser querido por lo que faltó y por lo que no se le pudo dar. Por lo que, si la culpa no se elabora, este sentimiento nos lleva a vivir momentos de dolor, irritados, amargados, y esto puede llevar a un obstáculo para su crecimiento. Sin embargo, cuando el doliente es capaz de procesar su sentimiento de culpa, tiene la oportunidad de:

·         Toma de decisiones externas o internas, que compensen lo que falto o lo que en su momento no se pudo dar.

·         Poner en práctica decisiones en honor al ser querido, agradeciendo su recuerdo.

·         Por lo que de esta forma el doliente se permite vivir procesos de crecimiento y transformación.

 

 

Mtra. Maria Esther Chávez Díaz

 

Especialista en Psicoterapia Transpersonal

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